La salud mental conlleva numerosos estigmas, lo que dificulta encontrar información precisa y cercana sobre los desafíos para gestionar este tipo de patologías desde la perspectiva familiar. Convivir con un ser querido que enfrenta problemas de salud mental puede generar dudas sobre cómo ayudar y cómo llevar una vida lo más normal posible, especialmente para aquellos que deben asumir el rol de “cuidadores”.
En esta convivencia, suelen surgir dos tipos de desafíos.
En primer lugar, está el sufrimiento experimentado por los familiares, al saber que alguien a quien quieren presenta un trastorno mental y que su vida se verá afectada por ello. Esto se puede considerar una "carga" psicológica para estas personas.
En segundo lugar, existe la carga práctica, que implica los desafíos cotidianos asociados con los cuidados físicos, la administración de medicamentos, los traslados y la rutina diaria.
En este artículo, hacemos hincapié en la dificultad que puede suponer asumir tantas cargas y compartir siete consejos que ayuden a aliviar tu carga mental:
Obtener información sobre el trastorno ayuda a reducir los sentimientos negativos asociados a la imagen que tenemos de las patologías mentales. Familiarizarse con la enfermedad demuestra apoyo a la persona afectada y, además, evita el distanciamiento y la agresión que puedan surgir cuando hay falta de comprensión.
La unidad familiar puede ser un factor positivo en el tratamiento. Transmitir un ambiente seguro y comunicativo, puede ser beneficioso para ambas partes. Como familiares afectados, encontraréis apoyo en los demás y el incapacitado notará un apoyo directo. Así podremos reducir las cargas de culpabilidad que suelen aparecer en este tipo de casos.
No es necesario sacrificar nuestra propia vida para cuidar a otros, los extremos nunca son buenos. Si no estamos bien, no podremos ayudar como nos gustaría. No sobreproteger al enfermo nos permitirá reducir situaciones de estrés innecesarias para uno mismo.
Evitar estigmatizar a quienes padecen enfermedades mentales es esencial. Hablar abiertamente sobre los sentimientos y buscar apoyo en grupos puede ayudarnos a superar la carga social y a que el enfermo se sienta comprendido.
Buscar apoyo no indica falta de amor o preocupación. Utilizar las herramientas que tenemos a nuestro alcance para hacernos la vida más fácil es fundamental.
Mantener un diálogo abierto con la persona afectada y encontrar intereses en común o hablar sobre ellos, fortalecerá nuestra conexión y un buen ámbito familiar.
Es crucial recordar que, como familiares no somos profesionales de la salud mental y que nuestra tarea principal es mantener una relación afectuosa, no la de arreglar el problema. Aunque las patologías mentales requieren de una atención especial, debemos abordarlas dentro de la normalidad y con el asesoramiento profesional correspondiente.
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