El estrés es una respuesta del organismo a una serie de estímulos exteriores como método de adaptación a las circunstancias. Hoy se ha demonizado mucho. ¿De beríamos aprender desde pequeños a manejar este tipo de situaciones de forma saludable y positiva?
-Sí. A través del ejemplo de la contemplación resulta fácil explicarlo. Es decir, se trata deponer distancia y desdramatizar la situación, porque si estamos sobreconcentrados en el problema, aunque la concentración sea buena, no podemos dar importancia a la globalidad y caemos en la obsesión. Esto da paso a la frustración, la rabia, la ira… todas esas emociones, que no son negativas en sí, pero son desagradables. Esto ya supone una forma de enfrentarnos a las situaciones, unaforma de reeducarnos en cómo yo veo las difi cultades. -Hay personas que encuentran en el estrés una palanca de motivación. ¿Existe gente con cualidades innatas para enfrentar estas situaciones mejor que otras? -Resulta cierto, y hasta un «pelín» injusto, que la Naturaleza ha dotado con más aguante a unas personas que a otras. De igual manera que las hay físicamente más corpulentas, existen organismos que son más resistentes a esta respuesta. Pero dicho esto, hay que evaluar que el estrés motiva, nos da mayores capacidades, pero no hay que quedarse enganchados a la adrenalina que se segrega en estas situaciones. -De ahí que también sea contraproducente vivir permanentemente en situaciones estresantes… -Tras experimentar el problema, se segrega la adrenalina, que sería la fase uno; después, en la dos, llega el momento de la acción que nos proporciona la unión de esta sustancia y el cortisol que han preparado al organismo para la toma de decisiones adaptativas, a una velocidad. Y luego de nuevo al estado de calma. Existe gente que si no vive esas situaciones de «subidón», piensa que está menos viva, se aburre. Por ello, se debe diferenciar entre una buena dosis de la sustancia y una mala. Porque siempre hay que volver a la fase tres, de recuperación. -El estrés es una epidemia silente del siglo XXI. ¿Provoca otras enfermedades y trastornos?