El estrés crónico puede desencadenar muchas cosas, como ansiedad y depresión. En general, ¿cree que los médicos están enfocados en suministrar drogas y no en tratar la raíz del problema?
Es simple. El médico ve el problema como una patología que se trata a través de la medicación, y ha estudiado para eso. No estoy en contra de la medicación. Si tengo que tomar una aspirina, lo hago, pero antes voy a tomarme un tiempo para reflexionar por qué me duele la cabeza, qué pasó, cómo he actuado y qué tendría que hacer la próxima vez. Después de ese trabajo, si me duele, descanso y me tomo la aspirina. Para mí resulta fundamental el análisis de trabajar sobre la raíz del problema, que es cómo me tomo el problema y lo gestiono. También creo que mientras más drogas ponemos en el cuerpo, el aparato digestivo estará más enfermo, pues se acaba la flora intestinal. Creo que el médico tendría que volver a la función del médico de familia, que escuchaba más, analizaba y prevenía antes de recetar.
El libro se enfoca mucho en las herramientas para que el estrés no se vuelva crónico, pero ¿cómo le sacamos jugo alestrés positivo?
Cuando el cuerpo se pone en modo estrés fabrica adrenalina que, al principio, nos da una multitud de capacidades, podemoshacer varias cosas a la vez, nos vuelve más creativos. Esto no es malo, pero cuando se ha acabado esa pequeña maratón, hay que parar, hacer una pausa, masticar algo sano, porque al hacerlo fabricamos serotonina, la hormona del bienestar.
¿Algún otro consejo?
También debemos detenernos y felicitar nos por haberlo logrado, recordar cómolo hicimos. Hay que hacer deporte, correr, caminar, mirar la naturaleza, la luz nos llena de vitamina D, nuestra flora intestinal podrá recuperar otras vitaminas. Aprovechar ese momento y saborearlo, estar conscientemente en el placer.
Un artículo del diario británico The Telegraph hablaba del estrés silencioso, como aquel que nos generaba una parálisis emocional, que no nos permitía reaccionar, y estar durante años en relaciones afectivas o laborales insatisfechas. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Creo que existe, y se ve muchísimo, porque el estrés te permite fabricar adrenalina para huir o enfrentar, pero algunas personas se hunden, quedan como anestesiadas. Yo utilizo una palabra que es la normalidad. Si he visto con mis padres que la normalidad es aguantar y no decir nada, voy a repetir eso mismo en mi vida. Hay personas que han aguantado y no han tenido recursos. Son víctimas, tienen derecho a pedir ayuda y deben dar ese primer paso, a veces el más difícil.
¿Cuál sería el primer consejo para una persona que sufre de estrés?
Que es una buena persona. Lo único que le falta es aprender a dosificar y para eso tiene que aprender a respirar y a considerarse una persona con capacidades. Esto ya le va a dar fuerza y es fundamental para que identifique sus necesidades vitales y le dé sentido a la vida.